Para el trabajo de campo se indagó en el «Hogar de Protección Integral Inés Londra», de carácter provincial, situado en Paraná y, en el «Hogar de Protección Integral Nuevo Amanecer », de dependencia municipal, de Concepción del Uruguay. Allí se construyó una muestra no probabilística e intencional de trece entrevistas en profundidad, ocho con personal del Hogar de Protección Integral “Inés Londra” y cinco con el del Hogar de Protección Integral “Nuevo Amanecer”, incluyendo a las Coordinadoras de ambas instituciones, equipo técnico, operadoras y operadores.
Se incluyeron en las entrevistas a las operadoras que trabajan en los refugios, porque si bien no integran los equipos técnicos, sus testimonios brindaron una óptica complementaria sobre las implicancias que conlleva el acompañamiento de las mujeres alojadas.
En tanto mecanismos institucionales de protección de derechos, esos refugios integran la ruta crítica que emprenden las mujeres en busca de respuesta y soluciones para diversas modalidades de violencia ejercidas contra ellas y en relación a lo cual, las intervenciones profesionales operan como vectores de producción subjetiva que fortalecen o inhiben el empoderamiento de las mujeres, contribuyendo simultáneamente a la erradicación o reproducción de la problemática que abordan. La sistematicidad y gravedad que adquieren esas violencias en nuestro país y de las que no se sustrae nuestra provincia, ha llevado a enmarcarlas por primera vez en un documento público del Comité Contra la Tortura de Naciones Unidas emitido en 2017, como hechos de tortura, malos tratos inhumanos y degradantes. Lo que equivale a señalar que son tolerados por el Estado, sea ya por omisión o por un conjunto de prácticas que consagran la impunidad, propician el incremento de situaciones de riesgo y exponen en consecuencia a las mujeres, a violencias extremas por parte de autores particulares.
Se destacan dentro de los resultados:
* El momento de la llegada suele tener elementos que podrían referirse al orden de la re-victimización. Las mujeres soportan horas de incertidumbre en relación al trámite de las causas, a saber, qué pasará con ellas y sus criaturas, pero también de cansancio y padecimiento subjetivo, lo que impacta en las relaciones que puedan establecer con las otras personas que ya están en los refugios y con quienes se desempeñan laboralmente allí.
*Las figuras profesionales del equipo técnico no cuentan con información regular sobre lo que se decide en la esfera judicial respecto a los varones que han sido denunciados y mientras las mujeres están alojadas en el Hogar.
*De los dichos de quienes integran el equipo técnico del refugio de Paraná (ER) se desprende la necesidad contar en políticas integrales, para superar el carácter fragmentado actual.
*El trabajo de la intervención es referidos como “artesanal y en soledad”, emprendido desde/en los diferentes enclaves en el andamiaje institucional del Estado.
* El estereotipo de la “buena víctima” que permea en cierta forma las primeras intervenciones de los equipos, deja lugar a la comprensión de que ese modelo de “víctima” ideal que difunden incluso los medios de comunicación, no es tal.
* Se advierte la circulación de ciertos mandatos de género en la cotidianeidad institucional vinculados al cuidado de las criaturas por parte de las mujeres alojadas, lo que refiere a un rasgo contradictorio de la intervención: el personal del refugio debe para acompañar y construir junto con las mujeres otro proyecto de vida, pero “exigen” paralelamente, explícita o implícitamente, que sea “buena madre, que trabaje y que cuide de sus criaturas”. Hay persistencia de mandatos culturales estereotipados.